diumenge, 10 de gener del 2010

Descripción del sueño de un personaje.

Una enorme casa al final de una hermosa calle. En esta iban entrando muchas personas con regalos. Dentro Liesel miró a sus padres con orgullo. Su padre era un famoso acordeonista y su madre se ocupaba de la nueva casa donde vivían ahora. Parecía ir todo muy bien. Más tarde llegaron los hermanos de Rudy y Rudy, también apareció Max. La guerra había terminado y todo parecía ser perfecto. El acontecimiento se debía a su padre, tras el éxito de su nuevo CD habían ganado mucho dinero. Empezaron a cenar, todo tenía un aspecto delicioso y al igual que el aspecto de la comida, todo estaba muy bueno. Cuando se hubieron terminado el primer i segundo plato, Su padre se levantó.
-Me gustaría dedicar esta canción a mi hija-
Cogió su acordeón y empezó a tocar ágilmente. Llevaron el postre y mientras comían y su padre tocaba Liesel se emocionó. Su madre le cogió la mano. Su vida había cambiado y la hija del acordeonista estaba más feliz que nunca. El acordeón no paraba de sonar, cada vez subía más el volumen de la música hasta que de pronto abrió los ojos y vio, como cada mañana a su padre y al acordeón. Todo había sido un sueño, lástima.

Diez años antes.

Una mujer de unos treinta y tantos cogió un bebé de su cuna y lo vistió. Le puso un vestido rosa encima de una camisa blanca, unas medias amarillas y unos zapatos. Luego puso a la niña en un cochecito, la madre la llamó Liesel. Liesel y su madre se fueron a la consulta, la niña parecía enferma.
-Solo tiene un catarro.- dijo el médico.
La madre se sintió aliviada. Cogió a su hija en brazos y se fue con ella a una pequeña tienda de un pueblo y le compró un par de jerséis y una falda, también se quedo con dos gorros y una bufanda. Fuera nevaba así que puso la niña en el cochecito y corrió hacia el primer bar que encontró. Pidió leche caliente y un café. Con el vaso de leche rellenó un biberón. Se tomó su café y luego se relajó en la silla, acomodó a su hija entre sus brazos y le dio el biberón tranquilamente. Pasaron así más de diez minutos hasta que un seguido de disparos hicieron que la madre pusiera a su bebé en el carrito y empezara a correr por la calle hasta llegar a su casa. La madre se miró a su hija.
-Tu vida no va a ser fácil. Me mantendré junto a ti hasta que no pueda más, luego tomaré la decisión que crea mejor para ti Hasta entonces quiero que sepas que te quiero, te quiero mucho Liesel.
El bebé se rió de forma graciosa y su madre le devolvió la sonrisa.

¿Qué pasaría si mi personaje se encontrara con…Bruno (el niño con el pijama de rayas)?

Liesel andaba por una de las calles más estrechas de Himmelstrasse cuando vio al otro lado del callejón a un chico que parecía dos años más pequeño que ella. Era moreno e iba con una mochila. Cuando se cruzaron sus hombros se rozaron un instante y Liesel vio como le caía un libro de la mochila. Ella pensó en quedárselo pero se enterneció.
-Perdona- Dijo Liesel.
El niño se giró y respondió:
-Dime.
-Te ha caído esto.- Liesel observo el libro, Mein Kampf. –¿Te gusta?
-No lo sé- Dijo él encogiéndose de hombros. -Es para mi padre.
-En la escuela nos lo hacen leer.- Respondió Liesel.
A Liesel le pareció un niño interesante y le invitó a tomar un zumo. Él acepto, compraron el zumo en un bar y se sentaron en un banco. Estuvieron un buen rato sentados sin decir nada hasta que ella empezó a hablar.
-¿Vives aquí?
-No, he venido a pasar unas pequeñas vacaciones con mi familia. ¿Y tú? –Dijo él, solo para seguir hablando, aunque no le importara, en realidad.
-Yo sí, vine hace poco más de un año. Me trajo mi madre en tren, venia con mi hermano pero murió ahogado de camino hacia aquí. Vivo con mis padres de acogida, Hans i Rosa.
El niño la miró con cara de pena…
-Lo siento… Si te apetece antes de que marche podríamos ir a tomar otro zumo, esta vez lo pagaría yo. ¿Te apetece?
Liesel sonrió.
-¡Claro!, el próximo día que nos veamos te presentaré a mis amigos, ¿de acuerdo?
-¡Vale! Pues nos veremos.
Bruno desapareció entre los árboles del parque y Liesel se sintió satisfecha de haber hecho un nuevo amigo.

Mi querido diario.

Querido diario.
Estoy en un sitio completamente nuevo, me gustaba mucho más estar con mi madre y mi hermano. Me cuesta mucho dormir. Aún así no todas las cosas son malas… Mi nuevo padre, Hans, toca el acordeón, algunas mañanas me despierto con una melodía de este instrumento, me encanta. Mi nueva madre me quiere pero no me lo suele demostrar. Muchos días la ayudo a repartir la ropa que plancha, ella trabaja de esto. Hoy he jugado un partido de fútbol con los hermanos de Rudy, son buenos chicos, me han aceptado enseguida. Rudy me ha ayudado mucho estos últimos días, me ha enseñado la escuela.

Querido diario.
Hace unos días hice una carrera con Rudy, lo gané, creo que él se mosqueó un poco pero yo me he sentí orgullosa. También conocí a Max, es un joven escritor judío que trabaja para Hitler. Sigo ayudando a mi madre a repartir ropa y mi padre me sigue ayudando con la lectura.

Querido diario.
Me siento sola, ha habido un bombardeo y han muerto todas las personas que conocía. Me han llevado a un cuartel de la policía y estoy esperando a que ocurra algo, no me han querido decir nada, supongo que iré con una nueva familia. Echo mucho de menos a mis seres queridos. Me gustaría que aún estuvieran aquí conmigo, me gustaría que alguno hubiera quedado vivo y que viniera ahora mismo a buscarme. Aunque solo fuera uno. Creo que me queda una larga espera, no me gusta no saber que va a ocurrirme, por segunda vez.

Si fuera...

Miniresumen en 99 palabras.

Hola papá.
Quiero darte las gracias porqué desde que he llegado a Himmelstrasse mi vida ha cambiado. Tu me has enseñado a leer y me has alegrado los días con tu acordeón. Ahora tengo muchos amigos, para mi Rudy y Max son muy importantes. Ayer jugué un partido de fútbol con mis amigos, hoy Max me ha escrito un libro muy especial para mi. Has conseguido que mi vida sea mejor. Mamá ahora me está diciendo que vaya a ayudarla a repartir la ropa que ha planchado hoy. Gracias por estar siempre a mi lado papá. Te quiero.
Liesel.

1000 palabras: 1 imagen.

Diez años después...

Se abrió la puerta de un hotel neoyorkino y de él salió una mujer morena junto a un hombre de aspecto judío, con una importante nariz y de cabello moreno. Liesel agarró la mano de Max y caminaron por la calle. Ella entro en un café y salió con un capuchino y un café solo. Y se sentaron en un banco del parque.
-Hace diez años…- dijo él con cierta tristeza.
Ella lo miro con los ojos vidriosos y Max le pasó el brazo por el hombro.
-Es como si nunca hubiera ocurrido, además, ahora tenemos otra vida, completamente distinta y mejor. No quiero volver nunca.-Contestó Liesel.
Ahora ella era una estudiante de derecho de último curso. Su profesor le había prometido un trabajo de bacante en su despacho. Max escribía una columna en el New York Times sobre problemas sociales.
Max y Liesel se habían casado hacía dos años. Llegaron en avión cuando ella tenía 18 años para empezar una nueva vida. Allí habían pensado en tener hijos pero Max creyó que era mejor esperar a que su vida se estabilizara, Liesel debía acabar los estudios y conseguir trabajo para poder empezar a formar una familia. Aún así, tenían un piso perfecto para su futura familia. Su casa estaba en un buen barrio. En Nueva York habían creado un grupo de amigos, salían todos los sábados a cenar. La mayoría de sus amigos eran estudiantes de la universidad de Liesel pero también había algún compañero de Max.
Desde entonces sus vidas cambiaron, ahora los dos eran felices y sin olvidar sus orígenes habian construido una nueva vida.

dijous, 7 de gener del 2010

El comienzo de la imaginación

Primero los colores.
Luego los humanos.
Así es como acostumbro a ver las cosas.
O, al menos, así intento verlas.
UN PEQUEÑO DETALLE
Morirás

Después de un duro día de trabajo sentí la necessidad de sentarme delante del ordenador y escribir.

Es triste que uno se importante cuando en realidad solo ocupa ocho décadas de cuatro mil seiscientos billones de años. Acostumbro a pensar en las personas, en mi, de una forma egocéntrica y surrealista. Parece una tontería pero, ¿por qué no queremos ver la realidad? Una realidad que la mayoría de las personas no ven y a mi no me deja dormir, y qué, por mucho que intente entender, no me la imagino. Es posible que algún día se acabe todo, ¿para siempre? Uno no puede comprender que cualquier día se apagará, no volverá a andar, ni a reír, ni a mirar, ni a oler, ni a tocar y nunca más se volverá saber de él, y ese miedo que sentimos, es tan grande que lo único que hacemos es ocultarlo dejando de pensar. Las personas creemos en cosas como: después de la muerte hay algo mejor o, si nadie ha vuelto es porqué se está mejor. Seamos realistas, si nadie ha vuelto es porque es tan improbable que haya algo.

Curiosamente, reflexione sobre temas que jamás me había planeado y eso hizo que ese mismo cambiara mi vida, cambié mi forma de ver el mundo, dejé de creer que era el centro del mudo y decidí ser más egoísta y no vivir la vida, sino MI VIDA.

La mañana siguiente me levanté temprano, quería aprovechar mis días al máximo y lo primero que se me ocurrió fue ir a navegar. Alquilé un velero y me adentré a la mar. Me relajé tremendamente, sentí una enorme alegría y cuando quise darme cuenta noté una enorme presión en el pecho. Fue extraño que me diera cuenta de lo verdaderamente importante cuando era demasiado tarde.

dilluns, 4 de gener del 2010